martes, 18 de agosto de 2015

la religión prohibida

(No es por presumir pero resulta un montaje muy estético y equilibrado.)

Pero no lo he montado para presumir de equilibrio; más bien se trata de sacar a la luz un desequilibrio.

Creo que se trata de un mal universal. Me refiero al sexo y las religiones.

La religión es algo consustancial al ser humano. Todos tenemos un anhelo, que quien menos lo haya tenido, por lo menos un vislumbre de que hay algo más que el simple vivir, habrá tenido.

Haya sido más o menos breve, soy del parecer que la espiritualidad, en algún modo, tiene que formar parte de la solución para una continuidad de los seres en esta, la perla azul que es nuestro planeta.

De forma evidente, también la sexualidad forma de por sí el medio más directo de reproducir vida en nuestro planeta. No solamente de transmitir la vida, sino todos nuestros conocimientos, anhelos y vivencias.

¿No parece que ambas facetas tienen mucho en común?


Sin embargo las religiones establecidas parecen haber disociado, en muchos casos sexualidad y espiritualidad.

Pienso que en casos puntuales, durante mayor o menor tiempo se puede acudir a la abstinencia sexual como un medio útil para trascender. La sexualidad, la energía sexual, es la única energía que nos es dada. Es la vida.

Cuando una religión opta por institucionalizarse y de un modo dogmático impone la prohibición, de lo que sea; en mucho mayor grado si lo que reprime es la sexualidad. Lo que hace es reprimir la vida, y el propósito de la vida, que es ir más allá de uno mismo para encontrar al otro.

Que se use la sexualidad puntualmente, a través de la abstinencia, en algún momento o caso que resulten oportunos, puede resultar útil según de lo que se proponga conseguir.

Pero aplicarlo como dogma de fe ¡Tú no fornicarás! ¡porque dios que está en los cielos vigila tu pene! (o vagina). -Como si Dios no tuviera otra cosa que hacer.

La sexualidad y la religión tienen que encontrarse en algún momento. Pasa como con la política. Cae por su propio peso. La participación erótico-festiva en política y religión se va reduciendo a una vez cada cuatro años, y fiestas de guardar.

Ciertamente. Hay partes de nosotros que son mucho más importantes a la hora de levantar el ánimo y el ánima, cada día, antes que el mero hecho de sentirnos culpables.

Cuando escribo esto caigo en la cuenta de lo atrasado que estoy y que me tengo que poner al día. Me causa admiración y un renovado respeto la generación que me sigue. 

De algún modo, el mundo que legamos a los que siguen tras nosotros, no es mejor. Sin embargo, soplan vientos de renovado optimismo. Y eso me sorprende gratamente a la vez que me impulsa a querer participar también de lo que está surgiendo ahora.

En cualquier caso. En ambos casos, sexualidad y religión, tienen que reconciliarse a través del único órgano que tiene que ver con ambas partes. Y ese órgano es...


EL CORAZÓN



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